Monamour (2005)

Written by Nochvemo on March 24, 2025

Marta (la belleza uzbeka Anna Jimskaia, quizás la modelo más preciosa que haya trabajado con Brass en su última etapa softcore) es una esposa aburrida y desatendida por su marido, Leon, un desganado y conservador editor literario que, tras seis meses de matrimonio, no parece darle demasiada importancia a la necesidad de seguir cultivando la pasión. Su concepción del sexo choca frontalmente con las fantasías de ella, pero Marta es un espíritu libre y da rienda suelta a un comportamiento libertino, siempre bajo la escandalizada mirada de Leon. Ella flirtea con todo aquel que muestre un mínimo de interés por su voluptuosidad y, en una fiesta literaria a la que se ve obligada a asistir, conoce a Dario, un apuesto artista francés que, usando una apariencia abrumadora y enigmática, prácticamente le hace el amor ahí mismo. Atraída por el descaro de Dario, Marta se deja seducir a escondidas de Leon, que enseguida no solo sospecha, sino que confirma que le está siendo infiel, a través de un diario personal que Marta cumplimenta a diario con sus experiencias adúlteras (tocamientos, sodomía, tríos…). En un intento por despertar el interés de Leon, Marta le relata una violación de la que ha sido víctima por parte de un desconocido, pero él es tan consciente de las fantasías eróticas de su esposa, que apenas hace caso a sus desesperados intentos por llamar la atención.

Tinto Brass es probablemente más conocido en el contexto anglosajón por la inquietante “Calígula”, pero tiene una extensísima trayectoria que le lleva hasta la primera década del siglo XXI exponiendo una erótica suave y a la vez explícita, una especie de subgénero que no ha sido muy habitual desde la década de los 70. La obsesión enfermiza de Tinto Brass por los culos, la sodomía femenina, la voluptuosidad y la naturalidad vellosa de sus actrices, junto a los penes protésicos realistas (para fingir penetraciones o felaciones) y unos entornos y fotografía casi calcados, hace muy difícil distinguir una película de otra, propiciando en el espectador esa máxima muy típica de “vista una, vistas todas”.